Entender el presente requiere mirar al pasado. Hoy, el sistema de seguridad social en Panamá enfrenta un momento crítico, pero esta no es la primera vez que nos encontramos aquí. Desde sus inicios, la Caja de Seguro Social (CSS) ha evolucionado para adaptarse a las necesidades de un país cambiante.

Quiero compartir no solo la historia del sistema, sino también mi historia personal.

Una lección inesperada: mis mentores en la CSS

En 2004, cuando ingresé a la CSS como Analista Programador I (un título más burocrático no se puede), me asignaron un proyecto que se rumoraba era un “cuco”; todos lo evitaban. Para mí, resultó ser una oportunidad que marcó mi vida.

Tuve la suerte de cruzarme con personas extraordinarias: eruditos como Marisol Manfredo, Jesús Parada y Benigno Amaya, quienes me enseñaron a ver más allá de los números. Pero, sobre todo, conocí a Marianela Morales, quien fue mucho más que una mentora. Marianela me mostró no solo el propósito técnico de la seguridad social, sino su verdadero significado humano y social.

En esos días no había ni Google ni ChatGPT que resumiera todo. Si querías aprender, debías ir a las bibliotecas del Edificio de Calle 17 o la Dirección General en el Edificio Bolívar, leer la Ley 14, consultar documentos históricos o revisar las minutas de la Junta Directiva. Era un proceso que requería paciencia, pero el aprendizaje era invaluable.

El inicio del Seguro Social en Panamá

 En los 1940s, Panamá vivía una realidad muy distinta. La desigualdad era extrema, y la salud era un lujo. Trabajabas hasta que tu cuerpo ya no podía más, y después dependías de tu familia o la caridad, si tenías suerte.

Arnulfo Arias, influenciado por las corrientes globales y asesorado por Manuel María Valdés, fundó la Caja de Seguro Social. Panamá adoptó un modelo inspirado en el sistema de seguridad social alemán de Otto von Bismarck, ajustándolo a su realidad:

1. Cobertura Universal: Unificar gremios organizados bajo un solo régimen.

2. Contribución Tripartita: Involucrar a empleados, empleadores y el gobierno.

3. Protección frente a Riesgos Clave: Vejez, invalidez, muerte, maternidad y, más adelante, accidentes laborales.

Crisis de los años 2000: Ley 17 y Ley 51

Avancemos unas décadas. En los 2000, el sistema enfrentó una de sus mayores crisis. El déficit de pensiones era insostenible, y el presidente Martín Torrijos presentó la Ley 17 como solución.

Recuerdo haber sido parte de los equipos que analizaron este escenario. Fue un momento en el que la economía del país giraba en torno a una gran decisión: la ampliación del Canal de Panamá.

¿Cómo se vinculaban estos dos temas?

El Canal de Panamá representaba una oportunidad única para el crecimiento económico. En las proyecciones económicas, se asumía que la ampliación generaría mayores ingresos, fortaleciendo el crecimiento del PIB y permitiendo mayores aportes al sistema de seguridad social. Se analizaron:

 

    • Escenarios económicos globales: ¿Qué pasaba si el comercio mundial crecía? ¿Y si se desaceleraba?

    • Tendencias demográficas: Una población que envejecía más rápido que los nuevos cotizantes.

    • Impacto de los costos médicos: Los avances médicos significaban más esperanza de vida, pero también mayores gastos.

Fue un análisis exhaustivo, pero no bastó para convencer a todos. La Ley 17 proponía cambios paramétricos, como aumentar la edad de jubilación y las cuotas requeridas, asegurando así su sostenibilidad en el tiempo.

¿Por qué tanto análisis? Porque, como hemos conversado en artículos anteriores, la seguridad social es compleja, y es muy difícil encontrar soluciones simples para un sistema de esta magnitud.

Sin embargo, para muchos panameños, la Ley 17 se sintió como una imposición. Recuerdo las protestas de estudiantes y trabajadores que paralizaron el país. La seguridad social es un tema emocional, no solo técnico. Nadie quiere pagar más o recibir menos, incluso si las cifras lo justifican.

El Diálogo por el Seguro Social y la Ley 51

Tras el rechazo a la Ley 17, se inició el “Diálogo por el Seguro Social”, un proceso histórico con representación de todos los sectores que conforman la CSS: trabajadores, empleadores, jubilados y el Estado. 

Este diálogo creó un nuevo marco que incluyó:

 

    • Separación de Sistemas:

       

        • Se cerró el sistema de beneficio definido, manteniéndolo solo hasta la última pensión, financiado con aportes estatales.

        • Se creó un sistema mixto para menores de 35 años y nuevos trabajadores, diseñado para ser sostenible.

 

    1. Financiamiento Desigual: El sistema original dependía en gran medida del Estado, con resultados ineficientes.

    1. Separación de Recaudaciones: Las contribuciones de ambos sistemas debían manejarse de forma independiente, aunque su implementación fue limitada.

 

La Ley 51 nos deja una lección crucial:

“La sostenibilidad requiere visión a futuro. Diseñar un sistema sostenible no es suficiente; necesita monitoreo constante para adaptarse a las realidades cambiantes.”

Este diálogo fue un inmenso aprendizaje para el país, demostrando cómo posiciones tan discordantes, a través de mesas de discusión, lograron llegar a consensos y acuerdos positivos. Tuve la oportunidad de participar como recurso de soporte en la Mesa Técnica, que analizaba soluciones actuariales y financieras para los fondos de pensiones.

Recuerdo escuchar intervenciones de médicos y enfermeras opinando sobre estos temas, así como de figuras que hoy también participan en la discusión de la Ley 163: Juan Jované, William Huges y Dino Mon, actual director de la CSS. Con ellos compartí los modelos actuariales completos, en simuladores creados en Excel. Gracias a un acceso transparente a esta información, pudieron opinar con fundamento, y de ese intercambio surgieron propuestas que eventualmente se convirtieron en acuerdos.

Es una lástima que en 2024 no existan vías claras para promover este tipo de participación técnica y compartir modelos actuariales. Estoy seguro de que hay una gran cantidad de panameños capaces de analizarlos y entenderlos, que podrían participar más activamente en estas discusiones y presentar esas propuestas sustentadas que pide el presidente Mulino.

Hoy estamos nuevamente ante un punto de inflexión. Con un déficit de pensiones en niveles críticos, el gobierno ha propuesto el Proyecto de Ley 163 como una solución técnica.

Pero, ¿es realmente una solución o simplemente una mutación del problema? ¿Será suficiente? Lo analizaremos en el próximo artículo, donde exploraremos el sistema de pensiones propuesto, o al menos el que entiendo está plasmado en el Proyecto Ley.

Si te perdiste el artículo anterior, te invito a leer La Mitología de la Seguridad Social Panameña para entender cómo las percepciones culturales han moldeado nuestra visión del problema. ¡Te espero en la siguiente entrega!

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